31 de octubre de 2012

Don Juan Tenorio y el Día de Todos los Santos



¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor, 
que en esta apartada orilla 
más pura la luna brilla 
y se respira mejor? 
 
Esta aura que vaga llena 
de los sencillos olores 
de las campesinas flores 
que brota esa orilla amena; 
esa agua limpia y serena 
que atraviesa sin temor 
la barca del pescador 
que espera cantando al día, 
¿no es cierto, paloma mía, 
que están respirando amor? 
 
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor? 

Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor? 

Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse, a no verlas,
de sí mismas al calor;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor? 

¡Oh! Sí, bellísima Inés
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor (...)

Estos celebérrimos versos en los que Don Juan Tenorio en una quinta junto al Guadalquivir declara su amor a la novicia Doña Inés pertenecen a la obra titulada Don Juan Tenorio, una  de las obras de teatro más representadas en la historia de la escena española. 

Fue escrita por el vallisoletano José Zorrilla y publicada en 1844. Es tradición que todos los años, la noche del 31 de octubre o el día uno de noviembre, día de Todos los Santos, este drama romántico en verso se escenifique en muchos teatros españoles.

Es una obra en la que muchos de los personajes, los cuales suelen ser rebeldes, apasionados, libertinos e impetuosos, aparecen marcados por un destino trágico que les aboca a un infausto final. Por otro lado, parte de la acción transcurre en un cementerio sombrío, lúgubre y retirado, envuelto en un halo de misterio nocturno donde las tumbas se abren, las estatuas cobran vida y las sombras y los espectros hablan.

En Don Juan Tenorio, José Zorrilla vuelve a dar vida al personaje creado por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla (1630) (recogido después por Molière, Mozart o Byron, entre otros), popularizando definitivamente este mito propiamente español de don Juan.

Esta obra fue magníficamente representada hace unos años por alumnos de 4º de la ESO de nuestro colegio, bajo la sabia y magistral dirección de Vicki Salmerón y de Mª Carmen Simón.



 

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